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Una visión simbólica de Godzilla
Godzilla 1954 se aleja de la simple película de monstruos para cargarse de un simbolismo que fue el motivo principal de su éxito, y la nota que la alejaba de sus predecesoras americanas. Gran parte de esto fue debido a Ishiro Honda, que había vivido en su piel los horrores de la guerra, ya que estuvo en primera línea de batalla y fue encarcelado durante más de 1 año en un campo de prisioneros, y esto se dejó notar de una manera determinante.
Godzilla es un monstruo surgido de las profundidades del pacifico por la devastadora acción de las bombas atómicas lanzadas por los EEUU contra Japón. Este monstruo se convierte entonces en una personificación clara de las atrocidades de la destrucción atómica, y la cinta adquiere una crítica férrea contra las bombas de Hiroshima y Nagasaki y un simbolismo de la fuerza destructora de Japón, un monstruo que no puede ser detenido, contra el que no hay salida posible. Pero por si fuera poco, y según reconocería el propio Tanaka, Godzilla también es victima de la situación, el no es así ni pretende ser lo que es, ha sido trasformado por la misma devastación nuclear que ahora representa y provoca. Godzilla es una nueva victima de la barbarie atómica.
Por otra parte el drama humano, encarnado no solo por la destrucción de las ciudades o las explicitas imágenes que nos recuerdan en muchas ocasiones las vistas después del lanzamiento de las bombas de Hiroshima, sino también por el terrible conflicto interno delDoctor Serizawa –encarnado magistralmente por Akihiko Hirata y que no puede vivir consigo mismo debido al hecho de haber creado un arma superdestructiva-, cobra un protagonismo que supera casi al del propio monstruo, llevándonos siempre a la última instancia, la barbarie armamentística y el poder destructor de la guerra.
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